Cabía recordar que las principales medidas para erradicar la pobreza aún comprendían el acceso a agua potable, alimentos suficientemente nutritivos y hogares y empleos dignos.
En efecto, cree que puede confiar en que la República Francesa estará dispuesta a trabajar para encontrar una solución concertada y honrosa a esta situación.
Se mencionó, no obstante, que pese a algunas tendencias negativas recientes, la globalización puede ser una fuerza positiva con miras a la creación de trabajo digno.
Creemos que hay que seguir trabajando en una lucha contra la pobreza entendida como carencia de oportunidades, capacidades y opciones para sostener un nivel de vida digno.
El futuro del Oriente Medio exige la creación de sociedades civiles sólidas que gocen de vidas dignas y cuya orientación sea su firme creencia en su patrimonio.
Los gobiernos y el sector privado deben colaborar para alcanzar el objetivo de la Declaración del Milenio6 de crear empleo satisfactorio y digno para todos los jóvenes.
Por lo tanto, las políticas de desarrollo deberían apoyar el crecimiento, la reducción de la pobreza y la creación de puestos de trabajo en condiciones satisfactorias para todos.
En este escenario quiero confirmar el compromiso de la cooperación española con las mayorías pobres de los países en desarrollo, sin oportunidades de tener una vida digna.
Entonces desenvainó una daga que colgaba de su cinturón de cuero blanco y cortó la garganta del nubio para que aquel esclavo no pudiera contar su deshonra.
El chofer puso el baúl en la acera sombreada y, ante la incertidumbre de la señora Prudencia Linero, le aseguró que aquel era el hotel más decente de Nápoles.
Y cuando la señora Bennet tenía ya planeados los manjares que darían crédito de su buen hacer de ama de casa, recibieron una respuesta que echaba todo a perder.
El negocio de repostería y animalitos de caramelo, que Santa Sofía de la Piedad mantenía por voluntad de Úrsula, era considerado por Fernanda como una actividad indigna, y no tardó en liquidarlo.
No bien salió la palabra de mi boca cuando toda la muchedumbre de espectadores, bien y mal vestidos, caballeros, mozos de cuadra y criadas de servir, lanzaron a coro un agudo grito de ¡fuego!
Los otros, los más dignos, todavía esperaban una carta en la penumbra de la caridad pública, muriéndose de hambre, sobreviviendo de rabia, pudriéndose de viejos en la exquisita mierda de la gloria.
Sueño que, en una América, fraternalmente unida, nos comprometamos a que todos los seres humanos, que habitan nuestro continente tengan derecho al pan, a la tierra, al techo y a un trabajo digno.