Estoy seguro de que nuestra memoria colectiva reservará un lugar de honor en la historia para estos tiempos de sacrificio y abnegación; pero también de generosidad y superación.
En este mundo pagamos un precio por todo cuanto conseguimos y, aunque vale la pena tener ambiciones, éstas no se alcanzan con facilidad, sino que exigen su precio en trabajo, abnegación, ansiedad y descorazonamiento.
José Arcadio Buendía no trató siquiera de consolarla, entregado por entero a sus experimentos tácticos con la abnegación de un científico y aun a riesgo de su propia vida.