Cuando un perro ve la comida, las señales de los ojos y la nariz estimulan el cerebro, que activa las glándulas salivales para secretar saliva para ayudar al perro con la digestión.
Aunque Auguste nunca descubrió el misterio, hoy sabemos que, en los ajolotes, la glándula hipófisis no produce la hormona tirotropina que regula la metamorfosis completa, pero bajo condiciones de estrés se puede producir.
Este programa se escuchó en toda la Tierra: " El Doctor John R. Brinkley pone a su disposición el mejor tratamiento en el mundo para la disfunción eréctil… todo mediante un sencillo transplante de ¡glándulas de chivo" !