Es contra natura -explicó- y, además, la ley lo prohibe. José Arcadio se impacientó no tanto con la argumentación como con la palidez de Pietro Crespi.
No hay que decir que el espectáculo era conmovedor; pero el público de la entrada general, viendo que la comedia no seguía, se impacientó y empezó a gritar: --¡Que siga la comedia! ¡Queremos la comedia!