Dunraven prorrumpió en malas palabras e invocó el testimonio del hijo mayor del rector (Allaby, parece, había muerto) y de todos los vecinos de Pentreath.
Pero Totó y Joel, que habían sido los últimos en los dos años anteriores, se ganaron en julio las dos gardenias de oro y el reconocimiento público del rector.
Nuestro rector, el señor Allaby, hombre de curiosa lectura, exhumó la historia de un rey a quien la Divinidad castigó por haber erigido un laberinto y la divulgó desde el púlpito.
Collins encontró en la señora Philips una oyente atenta cuya buena opinión del rector aumentaba por momentos con lo que él le iba explicando, y ya estaba pensando en contárselo todo a sus vecinas cuanto antes.
De pronto, como le ocurría a menudo, se acordó del libro que le confiscó el rector del seminario a los doce años, y del cual recordaba sólo un episodio que había repetido a lo largo de la vida a quien pudiera ayudarlo.
Y creo que una de las cuestiones que deberíamos cultivar es la autocrítica, el generar una capacidad para someternos a examen, para sospechar de cuáles son los principios rectores de nuestra vida.