Así que cuando hoy me inclino ante quienes derrotaron al Tercer Reich nazi, no se trata de un gesto vacío, sino de la expresión del reconocimiento de que la victoria salvó millones de vidas humanas.
En cada caso dos pensamientos pasaron por mi mente mientras luchaba con el sufrimiento de la pérdida: de no ser por la gracia de Dios, ese sería yo, y, jamás debemos dejarnos vencer por los asesinos.
Dentro de la atestada cabina, un austero hombre de negocios vestido con un traje perfectamente planchado baja la mirada hacia el chico que tiene al lado.
Kang, consciente de esto, era un chico bueno, aplicado, inteligente y estudioso, pero cada día se encontraba con un problema que le ponía las cosas todavía más difíciles.
Mientras Langdon esperaba que Solomon se pusiera al teléfono, le echó un vistazo al nombre de Peter en el membrete del fax de la Smithsonian y no pudo evitar sonreír.
Al hacerlo, una mirada involuntaria le hizo ver a Darcy con el color encendido, que la observaba atentamente, y a su hermana completamente confusa e incapaz de levantar los ojos.
A diferencia de los demás, que permanecían con la cabeza hundida en los libros, ella lo miraba de frente y volvió a dedicarle esa sonrisa suya, tan resplandeciente, como el sol después de una nevada.