1.Todos podemos pronunciar discursos elocuentes con aparente fuerza moral, pero todos no tenemos la misma voluntad política ni el mismo coraje y poder para transformar nuestras palabras en hechos.
2.Como siempre ocurre en las Naciones Unidas, el auténtico reto es pasar de las buenas intenciones y las palabras contundentes sobre el papel a los resultados concretos sobre el terreno.
3.Sin embargo, no quiero permanecer en el pasado o volver a examinar los argumentos, ni las opiniones contrarias a esos argumentos, a favor o en contra de la acción militar en el Iraq, aunque estoy muy dispuesto, si alguien está dispuesto a escuchar, a defender apasionadamente la acción que libró al pueblo del Iraq de la esclavitud y le permitió por primera vez expresar su libre voluntad y contemplar un futuro con el orgullo y la dignidad que merece.